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Yo sé claramente lo que necesito y he necesitado, ahora y siempre.
Te he necesitado a mi lado cada hora de cada día que he vivido, en cada momento importante deseaba poder compartirlo contigo.
¿Qué ha sido de ti? ¿Me permites volver y disculparme por el pasado? ¿O tal vez prefieras olvidar?

Siento la vulgaridad.

Puede que pienses que soy estúpida y que puedes hacer lo que quieras, cuando quieras y con quien quieras que yo no voy a darme cuenta. Tan solo por hasta ahora no haber dicho lo que debía y callar como si no me importara.
Pero deberías saber que mientes más que mal, todos y cada uno de tus intentos de hacerme creer cosas que no son resultan patéticos y no puedo más que observar con perplejidad el grado de idiotez que pensé nunca nadie podría superar.
Odio ver como te doy infinitas oportunidades de hablar y que no tengas cojones de ser claro y sincero, pero creo que es demasiado pedir y que ni siquiera eso puedes hacer.
Rumores, palabras que antes carecían de sentido y que de un día para otro empezaron a encajar en mi mente como si de un complejo puzzle se tratase. Qué fácil es pillarte y qué difícil es hacer que te des cuenta de ello.
No sé si quizás estás esperando por si, la que ahora, es la primera opción se va y te quedas sin nadie volver como si nada hubiese pasado. Espero que no sea eso porque entonces seria el momento de reírme en tu cara de imbécil. Esa que un día pudo haberme hecho feliz y que, con el tiempo, se volvió pura hipocresía.
No soy tonta, amor.

Lo siento.

No era momento de escuchar a su corazón, debía guiarse por lo que su cabeza dictaba y así fue.

Sabia cómo era y de lo que había sido capaz de hacer a todas y cada una de sus anteriores parejas. No podía permitir que eso volviese a ocurrir o por lo menos no con él. Le amaba.
Ojalá hubiera acabado tan bien, al igual que empezó, pero esta vez cambió la sonrisa por las lágrimas sintiendo como su estómago encogía obligándola a caer de rodillas, aún manteniendo el teléfono totalmente pegado a ella. Llantos, quejidos y gritos en silencio era lo único que en ese momento podía escucharse en su habitación.

¿De verdad había esperado tantos años para desaprovecharlo de semejante manera? Se sentía tan estúpida, pero era lo correcto quisiera o no.
Nunca había pensado en si misma ya que su vida se veía reducida a él, él y él. No le importaba nada más y eso fue lo que la empujó a tomar esa decisión.
Lo hizo por el amor que sentía hacia esa persona y ya no podría decírselo.

Tan sólo unos días y ya no podía ser la misma, su carácter y gustos se habían formado en torno a él y eso la estaba matando. Le echaba tanto de menos.
Le quedaba sentarse y esperar. Esperar a que volviese y le perdonara. Esperar noticias suyas. Esperar a su compañero, amigo y amante. Esperar, esperar...

Bueh.

Todos queremos tener mucha confianza con alguien, tanta como para poder contarle cualquier cosa sin preocuparte.
Cuando te dejas ir y hablas sinceramente, es cuando empiezan los problemas. ¿Por qué algo tan bueno como conocer absolutamente todo de una persona puede llegar a convertirse en algo tan malo? Algo que lo destruye todo, pero no te has dado cuenta de que eso solo pasa si tu así lo quieres. Me refiero a que si es tan importante se lucha por ello, por muy débil que seas no es excusa.
Aprende a decir lo que quiere escuchar y todo irá mejor.
Tampoco voy a juzgar a nadie, cada uno es libre y hace lo que quiere, ¿no?

Pero todo ocurre por algo, y aunque no es la primera vez que pasa no es fácil acostumbrarse a perderte, una y otra vez. No debería encariñarme si sé cómo vamos a acabar, aunque es triste que años tras años sigas ocupando el mismo lugar en mi corazón. Triste y doloroso.

 A mi parecer es bastante cruel lo que estás haciendo.

Cielo.

Puede que ahora lo único que necesite sea tu cariño y comprensión pero, en cambio, solo me entregas inútiles palabras que no tienen ningún valor, como si yo ya no fuera nada.

Nada para ti, para lo que hace mucho tiempo denominamos idiotamente "amor", para nosotros.

PD:  Te odio.

Todo.

El Sol del verano quemaba cada milímetro de mi piel descubierta y ni siquiera había llegado a la playa.
Me encontraba sentada al borde de un desgastado banco de piedra, nada bonito comparado con los que se suelen ver por las avenidas y calles de esta ciudad. Sentía cada minuto que pasaba allí como agujas que se clavaban en mi estómago y solo recorría mi mente el salir corriendo sin pensar en nada más que en los nervios tan horribles que inundaban todo mi cuerpo.
tan solo diez minutos después de haber llegado pude divisarlo viniendo hacia mi con ese algo que tenía que me enamoraba terriblemente y hacía que solo pudiera pensar en él todo el tiempo. Quizás sus palabras, sus abrazos o sencillamente toda su persona.
Un paseo y ya estábamos dentro de la playa, cada uno en su respectiva toalla y disfrutando de semejantes vistas; niños y niñas pequeños jugando con la arena, señores mayores caminando o corriendo junto al mar, chicas tomando el sol y chicos con miradas lascivas sobre ellas.
Sin darme cuenta estábamos en el agua y ya no podía volver atrás: estaba allí con él y no sabía qué iba a ocurrir pero intentaría pasármelo lo mejor que pudiera y disfrutar de todo aquello. De esa preciosa sensación de protección que me daba. No podía despegarme de sus brazos y me limité a apoyarme en él y dejar volar mi mente unos momentos aunque, ¿qué había más bonito que estar allí?  Déjame que te responda: NADA.
Me daba igual el frío,  la gente, el Sol, los peces y todo, tan solo esperaba algo bonito de verdad, algo que me pasara toda mi vida recordando y ese algo ocurrió.
Mi pánico a lo que yo denomino "la parte oscura" del mar no me impidió ir hasta él nadando que se encontraba allí. Algo me decía que fuera y eso hice. Tan solo rozar la línea imaginaria que separaba la profundidad y la estabilidad de un suelo cerca me agarró la mano y me arrastró fuertemente hacia él dejándome estupefacta pero nada comparado con ese pequeño beso que vino justamente después. Mi cara debía ser un poema y no sabía ni qué pensar, mi cuerpo no era mio; no controlaba mis extremidades, ni mi boca así que esta vez si me abandoné completamente y solo pude dejarme llevar.
Era precioso, sí, pero el frío no perdonaba y mis dedos lo confirmaban así que no quedaba otro remedio que salir o morir de hipotermia allí mismo y optamos por lo primero.
Aun con los rayos de Sol chocando contra mi no podía dejar de temblar pero nunca he llegado a creerme de verdad que fuera por el frío.
Volvía a estar en sus brazos y solo esperaba que ese momento no se acabara nunca, que todo siguiera igual por siempre pero sabía que era totalmente imposible y tuve que volver a mi realidad.
Había llegado el momento de irse y no podía hacer nada para remediarlo, solo cogió  mi mano y dejamos atrás ese lugar que por una tarde lo fue todo.

Lo que no dije.

He hecho millones y millones de cosas mal a lo largo de mi corta vida. 
Cosas de las que puedo arrepentirme, sentirme avergonzada, odiarme por ellas, pero esto... esto...
¿En serio? 
Haces todo lo que puedes, te angustias porque no sabes qué ocurre, lo pasas mal... Muy mal. Y es así como te lo agradecen. 
Aun sin darte cuenta de todo lo que he intentado te atreves a echarme en cara una única cosa que no hice, fuera por la razón que fuera y que tú conoces.
A mi parecer he sido bastante buena ya que el tiempo que pasé llamándote podría haberlo invertido en mis cosas, como dibujar o simplemente pensar, pero preferí gastarlo en ti y poder saber qué era de tu persona por todos los medios que en esos momentos se me ocurría podía tener a mi alcance.
Y callé, y tragué todo lo que me decías sin rechistar porque había algo que me impedía hablar, pero ya no. 
Siento que mis actos no fueran de tu agrado.