2012年1月28日土曜日

100 noches sin ti.

Podría escribirte 100 poemas.
Cantarte 100 canciones.
Darte 100 besos, 100 abrazos.
Insultarte 100 veces al día.
Escribirte 100 cosas tan estúpidas como esta.
O simplemente mirarte 100 horas seguidas.
Pero creo que es darte demasiada importancia, y te creces.

2012年1月1日日曜日

-Pero somos amantes, ¿no es cierto?

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.



-¿Sabes, Lo? Te he echado terriblemente de menos.
-Yo no. Para que lo sepas, he sido asquerosamente traidora contigo. Pero me importa un comino, porque de                                  todos modos tú has dejado de preocuparte por mi. Conduces más rápido que mamá, jefe.
Aminoré la ciega velocidad hasta una marcha miope.
-¿Por qué supones que he dejado de preocuparme por ti, Lo?
-Bueno... ¿Acaso me has besado hasta ahora?
Muriendo, gimiendo interiormente, vi al frente una curva razonablemente amplia, y me metí y anduve dando tumbos entre la maleza. Recuerda que es sólo una niña, recuerda que es sólo...
Apenas se detuvo el automóvil, Lolita se precipitó literalmente en mis brazos. Sin atreverme a abandonarme, sin atreverme a admitir que ése (dulce humedad y fuego trémulo) era el principio de la vida inefable que, hábilmente auxiliado por el destino, por fin había hecho realidad, toqué sus labios con tenues sorbos, nada falaces. Pero ella, con un estremecimiento impaciente, apretó su boca contra la mía con tal fuerza que sentí sus grandes dientes delanteros.