2012年11月11日日曜日

Todo.

El Sol del verano quemaba cada milímetro de mi piel descubierta y ni siquiera había llegado a la playa.
Me encontraba sentada al borde de un desgastado banco de piedra, nada bonito comparado con los que se suelen ver por las avenidas y calles de esta ciudad. Sentía cada minuto que pasaba allí como agujas que se clavaban en mi estómago y solo recorría mi mente el salir corriendo sin pensar en nada más que en los nervios tan horribles que inundaban todo mi cuerpo.
tan solo diez minutos después de haber llegado pude divisarlo viniendo hacia mi con ese algo que tenía que me enamoraba terriblemente y hacía que solo pudiera pensar en él todo el tiempo. Quizás sus palabras, sus abrazos o sencillamente toda su persona.
Un paseo y ya estábamos dentro de la playa, cada uno en su respectiva toalla y disfrutando de semejantes vistas; niños y niñas pequeños jugando con la arena, señores mayores caminando o corriendo junto al mar, chicas tomando el sol y chicos con miradas lascivas sobre ellas.
Sin darme cuenta estábamos en el agua y ya no podía volver atrás: estaba allí con él y no sabía qué iba a ocurrir pero intentaría pasármelo lo mejor que pudiera y disfrutar de todo aquello. De esa preciosa sensación de protección que me daba. No podía despegarme de sus brazos y me limité a apoyarme en él y dejar volar mi mente unos momentos aunque, ¿qué había más bonito que estar allí?  Déjame que te responda: NADA.
Me daba igual el frío,  la gente, el Sol, los peces y todo, tan solo esperaba algo bonito de verdad, algo que me pasara toda mi vida recordando y ese algo ocurrió.
Mi pánico a lo que yo denomino "la parte oscura" del mar no me impidió ir hasta él nadando que se encontraba allí. Algo me decía que fuera y eso hice. Tan solo rozar la línea imaginaria que separaba la profundidad y la estabilidad de un suelo cerca me agarró la mano y me arrastró fuertemente hacia él dejándome estupefacta pero nada comparado con ese pequeño beso que vino justamente después. Mi cara debía ser un poema y no sabía ni qué pensar, mi cuerpo no era mio; no controlaba mis extremidades, ni mi boca así que esta vez si me abandoné completamente y solo pude dejarme llevar.
Era precioso, sí, pero el frío no perdonaba y mis dedos lo confirmaban así que no quedaba otro remedio que salir o morir de hipotermia allí mismo y optamos por lo primero.
Aun con los rayos de Sol chocando contra mi no podía dejar de temblar pero nunca he llegado a creerme de verdad que fuera por el frío.
Volvía a estar en sus brazos y solo esperaba que ese momento no se acabara nunca, que todo siguiera igual por siempre pero sabía que era totalmente imposible y tuve que volver a mi realidad.
Había llegado el momento de irse y no podía hacer nada para remediarlo, solo cogió  mi mano y dejamos atrás ese lugar que por una tarde lo fue todo.