Lo siento.

No era momento de escuchar a su corazón, debía guiarse por lo que su cabeza dictaba y así fue.

Sabia cómo era y de lo que había sido capaz de hacer a todas y cada una de sus anteriores parejas. No podía permitir que eso volviese a ocurrir o por lo menos no con él. Le amaba.
Ojalá hubiera acabado tan bien, al igual que empezó, pero esta vez cambió la sonrisa por las lágrimas sintiendo como su estómago encogía obligándola a caer de rodillas, aún manteniendo el teléfono totalmente pegado a ella. Llantos, quejidos y gritos en silencio era lo único que en ese momento podía escucharse en su habitación.

¿De verdad había esperado tantos años para desaprovecharlo de semejante manera? Se sentía tan estúpida, pero era lo correcto quisiera o no.
Nunca había pensado en si misma ya que su vida se veía reducida a él, él y él. No le importaba nada más y eso fue lo que la empujó a tomar esa decisión.
Lo hizo por el amor que sentía hacia esa persona y ya no podría decírselo.

Tan sólo unos días y ya no podía ser la misma, su carácter y gustos se habían formado en torno a él y eso la estaba matando. Le echaba tanto de menos.
Le quedaba sentarse y esperar. Esperar a que volviese y le perdonara. Esperar noticias suyas. Esperar a su compañero, amigo y amante. Esperar, esperar...