Quise poder volar.

Eran las dos o quizás las tres de la madrugada. Esa noche no tenía la ventana cerrada, tampoco tenía sueño, mis pensamientos no contenían nada que no fuese lo maravillosa que estaba la luna.
Harta de estar tan distante de ella subí al tejado.

Una vez allí no hice caso de mi piel erizada por el frío, tampoco a lo oscuro que estaba todo a mi alrededor. Notaba como las estrellas me pertenecían, aunque solo fuese esa noche. Cada vez me sentía más cerca del cielo.

Por un instante creí que ya no había nadie más en el mundo excepto yo, olvidé todo el dolor que había estado viviendo todo este tiempo.

Quise poder volar, poder llegar hasta la luna y no volver jamás.

Me pregunté si estarías mirando en ese momento la misma luna, si nuestros sueños se cruzarían, si nos juntaríamos en un solo ser, en un intenso vuelo hacia las estrellas fugaces que se encontraban tan lejos pero a la vez tan cerca de nosotros.
¿Estarías pensando en mi?